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Escrito por el Ene 27, 2018 en desayunos de domingo | 8 comentarios| etiquetas: cereales, desayunos, estaciones, flores, lo que pasa en el campo, mandarinas, mirar el campo, poesía de la tierra, reverdece, vida cíclica, yogur

desayunar con fruta: enero

Dulces te sean, pues, las estaciones;
ya se vista la tierra
con verdor del estío, ya cante el petirrojo
entre borlas de nieve, en la desnuda rama
de un manzano musgoso, mientras humea un techo
deshelándose al sol; ya aleros goteantes
oigas solo, al callar las ráfagas del viento,
o, con secreto laborar, el hielo de carámbanos mudos los adorne
inmóviles, brillando a la apacible luna.

S. T. Coleridge, Hielo a medianoche

Enero es el mes más tranquilo en el jardín. Pero que parezca tranquilo no quiere decir que nada suceda. Las lombrices disfrutan excavando largos túneles, aireando la tierra para dar la bienvenida a las semillas y a las raíces de las nuevas plantas…

Rosalie Muller Wright

Enero.

 

Frío. Sol que comienza a despertarse antes, pero que aún sigue oculto hasta bien pasadas las siete y media. Seguimos levantándonos de noche, y a veces tenemos la suerte de ver amanecer mientras desayunamos.

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Enero.

Invierno profundo. Días cortos, bosques silenciosos. El Reino Blanco: hielo y nieve. Árboles trabajando bajo tierra. Hibernaje.

Bulbos de frío brillando sobre el blanco como gemas: crocos, jacintos, ranúnculos. Anémonas.

Violetas, con su perfume penetrante y denso, como un rastro de azúcar mojado. Flores antiguas con espíritu de filigrana. Comprar un ramillo de violetas y acomodarlo en un vaso de cristal tallado junto a la mesita de noche, para orear el duermevela. Algo que hacíamos hace muchos años.

Pensamientos morados, azules, lilas, azafrán, amarillos, que hacen pensar infaliblemente en las flores descaradas de Alicia en el País de las Maravilllas.

Alhelíes, mejillas sonrosadas de los patios de invierno. Intensidad dulce de infancia huidiza.

Ciclámenes.

Muguetes, flor de novia. Delicadas varas de junquillo blanco, que huelen a talco. En los bosques fríos brotan, como milagros diminutos, las campanillas de invierno.

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Mandarinas. Naranjas. Caquis. Peras de invierno: Roma, alejandrinas, Serranas, Bosc.

Calabaza. Membrillos. Manzanas heladas verde doncella. Arándanos. Naranjitas chinas. Dátiles frescos. Granadas.

Cuando llega la mimosa, con sus brazadas de espuma amarilla llenando de polvo dorado los puestos de flores, es que ya se oyen los cascabeles de febrero.

 

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Felices y enérgeticos madrugones del mes blanco…

No hay duda de que ver en el plato fruta de color azafrán, el color de la vida, el calor, el fuego, la energía y la luz interior, ese color que en muchas lenguas no tenía nombre hasta que llegaron las naranjas, ayuda a levantarse sonriendo. Y de trucos para levantarse sonriendo, hay que hacer colección!

*Galanthus nivalis.

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8 Comentarios

  1. Hola Fernanda,
    (…)
    también en estos días ando yo en desayunar fruta para desayunar. Generalmente pera, manzana o plátano. Yogur griego, también, y generalmente un par de nueces rotas a la mala de dios. Mmm… bueno, últimamente sustituyo las nueces por un par de cucharadas de «cereales» de desayuno.
    Nunca tomé de crío; no me gustaban. No les terminé de encontrar el gusto ya de adulto. Estos me los regalaron y lo cierto es que están buenos. Avena con trocitos crujientes de chocolate. Mmm… igual es cosa del chocolate. ¡Todo está mejor con chocolate! 8-D

    Ah, una forma sencilla de hacer yogur griego en casa. Cogemos yogures normales, los removemos bien removidos y los colamos durante una noche a través una estameña.
    Que digo yo que para qué decimos estameña si eso no se encuentra en ningún sitio :-? Yo suelo usar gasas estériles (que las venden en farmacias) o una especie de tela más grande que me compré para hacer mantequilla en una tienda especializada en cosillas de cocina.

    Besos.

    • Jajajaja. Yo también gasto gasas de farmacia, o mejor, de las de bebé. Y en las tiendas donde venden los avíos para hacer queso fresco suelen tener. Ese truco que cuentas es superchulo. Yo se lo leí hace tiempo no recuerdo a quién y lo he probado y la verdad es que funciona bien, se queda genial. Aunque con eso del yogur me pasa como con las semillas de flores -que me chifla mirar los catálogos y pensar voy a plantar esta aquí y ésta otra allá. Entonces me pongo a mirar los cultivos de bacterias para yogur y pienso, anda éstas que chulas, especiales para yogur griego… y me pongo a hacer planes. Hasta me compré una yogurtera térmica de las que no necesita electricidad para hacer el yogur… Y lo hago de vez en cuando, pero no de rutina. Igual que el queso fresco. Son dos cosas de las que he decidido que no me da el tiempo para todo. Prefiero hacer pan, magdalenas y mermeladas!! Feliz noche querido. Besos!!

      • Pero para hacer guyur no hace falta gran cosa. Yo soy muy borriquín pa’tó, ya sabes :-p

        Leche entera y rica. Algo de guyur decente. A funcionar. Templamos mínimamente la leche. A temperatura humana: 35-37 grados. Le echamos un cucharadilla de goyur decente y removemos bien.

        Templamos el horno a 50 grados o también nos vale la calefacción si la tenemos alta. Echamos el liquido en los recipientes que queramos, tapamos los recipientes, los envolvemos en una manta o sábanas templaditas previamente. Los ponemos junto a la calefacción durante la noche, por ejemplo, o durante unas horillas en el horno a esos 50 grados. Después los pasamos a la nevera y listo. No son yogures industriales, son ¡nuestros yogures! y salen ricos ^__^

        Besos.

        • Es verdad. En realidad mi termito funciona así: simplemente es una funda de corchito aislante para meter dentro un bote de cristal y dejar dormir toda la noche a una temperatura agradable para el guyur :) :) :) Besos!

  2. Mi abuela tenía un paño de tela de hilo muy fina con la que colaba el «recuit de drap». La recuerdo cortando la leche y luego la batía para después colarla y hacer esa delícia que yo, que nunca he sido especialmente quesera, esperaba con avidez.
    Me parecía, y me sigue pareciendo cuando lo recuerdo, que hacía magia con la leche.

    • Qué precioso recuerdo. Yo nunca he visto hacer eso. Ahora me he comprado una gasa de bebé, que debe ser parecido al trapo de hilo de tu abuela, para hacer queso fresco, que es otra cosa maravillosa de hacer. La leche con sus transformaciones mágicas, igual que el pan, ha permitido a muchas mujeres dueñas de su cocina oficiar ante los ojos de sus niños como verdaderas diosas. :) :) :) Muy feliz fin de semana querida!! Besos fuertes!!

  3. buenísimo, una muy buena opción para grandes y pequeños.

    • Muchas gracias! Feliz fin de semana!

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