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Escrito por el Sep 13, 2020 en cocina de cosecha | 3 comentarios| etiquetas: asados, bonito, cebollas, cocina regional tradicional, comida del hogar interior

cebollas rellenas

  • 6 cebollas tiernas frescas y grandotas
  • 1 bote de bonito en aceite (aprox 400 gr)
  • 1 bote de pimientos del piquillo asados (aprox 250 gr)
  • 1 bote de tomate frito (aprox 300 gr)
  • medio vaso de vino blanco
  • medio vaso de brandy

Precalienta el horno a 180º y pon agua a hervir en una cacerola baja amplia.

Pela las cebollas de su piel superficial, quitándola entera pero sin quitar ninguna capa de carne de cebolla, solo la piel seca exterior. Conserva entero el nudo de la raíz y tampoco cortes el otro extremo, el del tallo, porque ahora buscamos que las capas no se separen.

Si dispones de ellas, las cebollas tiernas te darán un plato más jugoso. Si no, gasta cebolla seca dulce, o la que encuentres en tu mercado.

Blanquea las cebollas así como las has preparado, en agua hirviendo, SOLO 5 minutos.

Sácalas con una espumadera. Las escurrimos y las dejamos enfriar.

Cuando estén frías y las puedas manipular cómodamente, has de cortar uno de los extremos, y va a ser el opuesto al nudo de raíz, el que contiene el tallo de crecimiento de la planta.

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Lo cortas para dejar la cebolla abierta y poder vaciarla. Como si fuera dejarle una boina.

Guarda las tapas de las cebollas para después llevarlas al horno «cerradas». Déjalas sobre la encimera de forma que sepas cuál es de cada cebolla concreta, te será más fácil taparlas luego ; )

 

Retira la capa más exterior de la cebolla, para asegurarte de que la primera que vas a dejarle no está seca sino que ya queda bien blandita.

Coloca las cebollas, una junta a otra, en una sartén con una nuez de mantequilla.

Deja que se doren un poco por todos sus lados, moviéndolas y apoyándolas en un lado nuevo cuando estén doradas por uno.

Cuando estén doradas, deja que se templen de nuevo.

Ahora que ya las puedes tocar, corta un poquito del nudo de la raíz de cada cebolla, lo menos y lo más raso que puedas, para que las cebollas no se separen en capas pero se aguanten bien equilibradas sobre la fuente al tener una base recta.

Con una cucharita o simplemente metiendo un dedo y estirando hacia arriba, sacas las capas interiores de la cebolla, dejando solo dos de ellas, o incluso solamente la más exterior si te proporciona suficiente grosor y consistencia.

 

Coloca las cebollas sobre la fuente donde van a ir al horno.

Abre el bote de pimientos y separa un tercio aproximadamente.

Las capas interiores de cebolla que has sacado las picas finas y las pasas a una sartén con un poquito de aceite de oliva y tres dientes de ajo laminados.

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Cuando las cebollas estén bien pochadas, lacias y doradas, les añades la mezcla de vino blanco, brandy la hoja de laurel y el tercio reservado de los pimientos del piquillo picados. Reserva esta mezcla.

 

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En un cuenco preparamos el relleno de las cebollas: colocas el tomate frito, el resto los pimientos del piquillo picados y el bonito escurrido, que habrás desmigado con los dedos en trocitos pequeños y lo mezclas bien.

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Esta es la mezcla del relleno. Pruébala de punto de sal. Añade un poco si te parece que la necesita. No debe estar demasiado suelta, sino trabada y firme -pero jugosa- para que no desprenda demasiado líquido dentro de la cebolla y sea fácil de manejar al rellenarlas. Rellénalas hasta arriba empujando la mezcla con los dedos o con el dorso de una cucharita.

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Cierra las cebollas con sus respectivas tapitas, y colócalas en una fuente que pueda ir al horno, que ya tendrás caliente a 180º.

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Acomoda a su alrededor la mezcla de cebolla pochada, pimiento, vino y brandy.

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Tapa la fuente con papel de aluminio. Cuece las cebollas una hora a 180 grados con el papel de aluminio protegiéndolas.

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Después retira el papel y cuece otros 40 minutos con la fuente destapada.

Con guantes y ayudándote de un cucharón, riega las cebollas con el caldito de vez en cuando, para glasearlas.

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Deja que se entibien un pelín, y a la mesa con ellas.

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Ya en los platos, retira las tapitas de las cebollas: estarán dulces y melosas, verás cómo se deshacen en la boca. Muy sabrosas, con esa mezcla que aquí nos resulta tan reconfortante y evocadora de tomate-pimiento-bonito, jugosas por dentro, saciantes pero al mismo tiempo ligeras.

Comida amable que predispone al buen humor.

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Un plato tradicional asturiano que al primer bocado revela por qué lleva tantos años manteniendo su lugar especial en el afecto de la gente.

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Yo lo he acompañado con una botella de sidra natural y unas tostas de Cabrales (sobre unas galletas de quinua), para redondear el vuelo a esa tierra de montañas verdes, neblinas y olor a bosques cantábricos…

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· SED FELICES ·

 

 

 

 

 

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3 Comentarios

  1. Mmm..mmm…mmmm… mmmmmmmmm… ¿para qué estado de ánimo sooooon? ^_^

    Besos (…) (…)

  2. Jajajajajajaja!! Orondo, mimoso, sabrosura e indulging myself.
    También me sirve el de “ande yo caliente, ríase la gente”. : ) : ) X X X

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